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LAS CAMARERAS DE LA VIRGEN.

A lo largo de la historia se les ha denominado camareras a aquellas que se han encargado celosamente de vestir y mantener las ropas y atuendos de la imagen y dejarlos listos para las ocasiones festivas.

Cuca Gándara

En los finales de los años cincuenta y en los inicios del triunfo revolucionario se recuerda a una señora muy fiel a la prestación de este exquisito servicio, Cuca Gándara.

Ella realizaba el acto de la “Toilet”, proceso mediante el cual, se da una atención esmerada para hacer que la imagen tenga una apariencia presentable, incorporándole todo su vestuario; el camisón de dormir de seda y encaje, el vestido con refajos de seda ceñidos en dorado, el manto de terciopelo azul trabajado en pedrería fina, la mantilla de encaje, corona de oro con piedra de amatista y la aureola como elemento religioso.

Cuca Gándara guardó a la Virgen Purísima durante muchos años en su casa en la calle San Carlos, hasta que el Padre Vega, la llevó para la Catedral. Ella era una fiel compañera, ayudaba mucho en la iglesia.

Las manos de madera de la imagen fueron deteriorándose con el paso de los años, por lo que hubo que rehacerlas y esta vez se hicieron partiendo del modelo de las manos de Cuca Gándara, su antigua camarera. El manto y la peluca de la imagen fueron donados por el Doctor Alberto Dalmau. Por otra parte, la base fija donde se encuentra enclavada, se le atribuye a la donación de Alberto Pérez de Villa Amil, antiguo profesor de la Escuela de Artes San Lorenzo de Cienfuegos.

Agustinita Chepe

Más tarde ocuparía su lugar la cienfueguera Agustinita Chepe, quien cumplió su misión con gran esmero, cuidando y manteniendo las ropas limpias para la fiesta de la Purísima cada año.

Cuenta Agustinita que a principios de los años sesenta, cuando estaba el Padre Modesto Peña, como párroco en la Catedral, existía una sacristana llamada Adelita García que se ocupaba de todos estos menesteres y era una persona muy fiel. “Un día Adelita me llamó y me dijo que el Padre Peña quería hablar conmigo. Me asusté, porque en aquel tiempo, uno no acostumbraba a relacionarse con los sacerdotes. Fui a verlo y este me dijo que yo debía hacerme cargo de la Sacristía porque Adelita se tenía que operar. Yo le confesé que cómo iba a ser eso posible, si no conocía nada de estas labores y me sentía como ciega, pero él me respondió con una frase: Cuando el Señor llama, no se puede decir que no.”

Con la ayuda de Adela García, fue aprendiendo a coser los vestuarios de los sacerdotes, a conservarlos, a cambiar los collarines y los colores de las ropas de acuerdo a los tiempos litúrgicos. “Yo lavaba todos los años la ropa interior de la Virgen Purísima, era la camarera. De esta forma me fui integrando poco a poco a la comunidad. Cuando llegó el Padre Vega y Peña se marchó a prestar servicios en Rodas, muchas veces colaboraba en otras tareas estando allí. Un día me encuentro al Padre Vega recogiendo escombros que se originaron cuando hicieron algunos cambios como el de quitar el sillón del obispo, que estaba ubicado en la puerta que da para el patio; ayudé a limpiar todo aquello.”

Colaboraban con Agustinita, Irmina Camacho, y más tarde María Castellanos, que estaban siempre al tanto de las fechas patronales para prestar sus servicios.

Juan José Sarduy Martínez

En los últimos años esta labor ha sido realizada por Juan José Sarduy Martínez, gustoso de estos menesteres, ayudado en ocasiones por Lourdes Rodríguez. El Padre John Jairo Sierra Madrid, lo catalogó como camarero de la virgen. Es Sarduy , quien desde los años ochenta del pasado siglo, se ocupa de armar el nacimiento de la Catedral. Pone en este oficio, su amor y creatividad, trasmitiendo así todo el magisterio de este servicio a las nuevas generaciones.

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