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LOS VITRALES DE LA CATEDRAL Y SU HISTORIA

“Y, llegando a la ciudad, subieron a la habitación superior donde se alojaban, eran Pedro, Juan, Santiago y Andrés; Felipe y Tomás; Bartolomé y Mateo; Santiago el de Alfeo; Simón, el que fue Zelotes, y Judas, hermano de Santiago”. (Hechos 1, 13)

“Echaron suertes, y la suerte cayó sobre Matías, el cual fue agregado a los once apóstoles”. (Hechos 1,26)

El 8 de diciembre de 1871 con motivo de la celebración de la Purísima Concepción, fueron colocados los trece vitrales en la Iglesia. Doce con la figura de los Apóstoles, colocados seis a cada lado sobre la nave central a una altura de 7 metros y uno en la pared posterior del coro con la figura de Jesús Salvador del Mundo.

Diseñados en forma de ventanales para ser abiertos y posibilitar la ventilación, además de atenuar la entrada del sol o la lluvia al interior del templo; estos vitrales poseen un dato curioso “Tradicionalmente se representan los doce apóstoles que acompañaron a Jesús, sustituyéndose al traidor Judas por San Matías o San Pablo. Sin embargo, en la catedral cienfueguera aparecen estos dos últimos y el omitido es San Felipe.”

Estos vitrales fueron donados por el Señor Pedro Eduardo Dorticós, uno de los benefactores de la ciudad y realizados en París en los talleres de la 43 Rue, St. Sebastián (Gsell-Laurent) en momentos en que ocurría la Comuna en mayo de 1871. Investigadores locales coinciden con la idea de que estos tuvieron que ser escondidos para que no formaran parte del saqueo que ocurrió en esta fecha, registrado como un importante hecho histórico en la vida de Francia.

En los talleres Gsell-Laurent se desarrolla una actividad que enlaza con la tradición técnica de los vidrieros europeos del S.XVI. Los vitrales de la Catedral, dada la riqueza cromática de sus vidrios, la maestría en el arte de la distribución del color, las proporciones entre los elementos de enmarcamiento y las figuras, se puede considerar como uno de los conjuntos de vitrales historicistas que mejor recogen el sentido simbólico de la vidriera religiosa de la época. Es un valiosísimo ejemplo de vidrieras artísticas y reflejo de la gran calidad conseguida por el prestigioso taller Gsell-Laurent, activo en París desde 1845, fruto de la unión de dos maestros con una trayectoria brillante, tanto en la restauración de vidrieras históricas en contacto directo con las técnicas tradicionales como en la creación de grandes programas de vidrieras en el norte de Francia.

Con las obras de ampliación realizadas entre 1866 y 1869, el interior del templo adquiere una nueva entidad que, sin alejarse de la intencionalidad estética inicial, modifica sustancialmente la percepción del espacio, y la luz encuentra nuevas posibilidades de actuación. A su belleza y valor artístico hay que agregar su función de permitir la entrada de luz tamizada con sus colores y la circulación da aire a través de su vano. Los vitrales donde debían estar San Juan y Santiago el Menor fueron destruidos por el huracán de 1935. En su lugar hay vidrios transparentes. En general los que existen muestran una gran belleza y mantienen la intensidad de sus colores.

En las lucetas semicirculares de la parte superior de los vitrales aparecen entrelazados en una elipse la letra S y la inicial del nombre del Apóstol; el nombre completo aparece en la parte inferior central de la vidriera rectangular. En el centro de esta vidriera aparecen sentados los Apóstoles con sus atributos y en el siguiente orden:

Posteriormente fueron donadas por el mismo Dorticós otras dos vidrieras azules para los óculos que dan al presbiterio, una con la imagen de la Virgen Inmaculada con la frase SANCTA MARIA. El otro no tiene inscripciones.

La distribución de los vitrales en el templo es la siguiente:

Planta

En el lado Norte mirando desde el altar mayor aparecen:

  • San Matías con un hacha.
  • San Pablo con la espada.
  • San Andrés con la cruz.
  • San Judas Tadeo con un báculo.
  • San Juan (actualmente roto).
  • Santiago el Menor (actualmente roto)

En el lado Sur mirando desde el altar mayor aparecen:

  • Santo Tomás con la escuadra.
  • San Bartolomé con el cuchillo.
  • San Mateo con el libro.
  • San Jacobo con el cayado y sus conchas en los hombros.
  • Simón el cananeo con una sierra.
  • San Pedro con las llaves.

El vitral más conservado es el de Jesucristo Salvador del Mundo que da hacia el coro y es de gran belleza con una paloma dibujada al centro de la luceta.

La figura de los apóstoles en los vitrales es símbolo de transparencia en sus vidas y también de sus sufrimientos. Su condición humana es expresada por sus atributos. Existe una histórica afectividad hacia los vitrales que sellan la identidad religioso cultural incluso para los no creyentes. Las vidrieras aunque muy deterioradas, aun causan admiración y al mismo tiempo dejan entrar la luz de maneras diferentes. Perfectamente simétricos y bellos, los vitrales tienen una perspectiva armónica por sus elegantes proporciones.

Los fabricantes de los vitrales

Fueron fabricados en los talleres de Gaspar Gsell - Laurent ubicados en la 43 Rue, St. Sebastián, París. Se desconocen las razones por las que se encargan las vidrieras a un taller francés o el punto de conexión que pudiera existir entre ellos, pero tal vez se deba relacionar con la situación que viven los talleres españoles de la época. Debido a la carencia de talleres cualificados en España, son muchos los edificios que durante la segunda mitad del siglo XIX tuvieron que recurrir a talleres extranjeros para la realización de vidrieras, como ocurriera en la Iglesia de San Pedro de Vitoria realizadas por el taller G. Dagrant de Burdeos entre 1881 y 1894, y las de la catedral de Oviedo en 1883, la Catedral de Burgos entre 1881 y 1885 y la Catedral de Sevilla entre 1880 y 1913 por la casa Zetler de Munich. La demanda de encargos a talleres franceses movió, ya a principios del siglo XX, a la casa Maumejean de París a abrir talleres sucursales en Madrid, San Sebastián y Barcelona.

Otros trabajos hechos por los fabricantes de nuestros vitrales

Para encontrar otros ejemplos realizados por los autores de las vidrieras de la Catedral de Cienfuegos debemos trasladarnos al norte de Francia. Todo parece indicar que se trata del taller formado por los pintores vidrieros Gaspar Gsell y Laurent, maestros con gran experiencia en restauración y obra nueva en muchas iglesias parisinas y las regiones del norte de Francia durante la segunda mitad del siglo XIX, quienes se encargan de la realización de las vidrieras.

  • Los encontramos trabajando juntos por primera vez en 1845 para la Eglise Saint Gervais Saint Portaits, 2 rue Fransois Miron, Paris. Aunque la ejecución corrió a cargo de los dos maestros, los "cartones" o dibujos corren por cuenta de Gaspar Gsell. Se representa la Deposición de Cristo en la Cruz y la Dormición de La Virgen.
  • Después, en 1850, los encontramos restaurando la vidriera de La Inmaculada Concepción del siglo XVI en la Eglise Sainte Elisabeth, 195 rue du Temple, Paris.
  • En 1854 realizan vidrieras nuevas para la rosa oeste y en 1866 una ventana de la fachada sur para la Eglise Saint Eustahe, rue du Sour, Paris.
  • La creación en 1858 de tres ventanas del ábside con La Santa Cena, La Transfiguración y Oración en el Jardín de los Olivos en la Eglise Saint Eugene, rue de Sainte Cecile, Paris.
  • En 1871 aparecen trabajando en una nueva vidriera con la Entrega de las Llaves a San Pedro en la Eglise Saint Jacques Du Hant Pas, 252 rue saint Jacques, Paris.
  • En la restauración de vidrieras del siglo XVI en la Eglise Saint Germain de París en Conclé Sur Vesgre.
  • La última colaboración de estos dos maestros la encontramos en La Ancienne Collégiale Notre Dame de Nantes y corresponde a la restauración y creación de nuevas vidrieras efectuadas entre 1890 y 1892.

Estilo y técnica de los vitrales

La realización de las vidrieras en un plazo breve y la coherencia iconográfica del programa determinaron la unidad formal y temática de la serie. Para su ejecución los vidrieros se inspiraron en formas y soluciones propias de las vidrieras renacentistas que aplicaron como elemento de enmarcamiento para una figuración basada en la interpretación historicista de la iconografía. Los elementos arquitectónicos del clasicismo se combinan con otros propios del Art Nouveau parisino.

Además de las analogías con formas de la pintura renacentista, las figuras presentan relaciones evidentes con la pintura del Simbolismo, el Prerrafaelismo y con algunos aspectos del Modernismo. Con respecto a las derivaciones del Simbolismo es preciso advertir que estas no proceden de las manifestaciones del Art Nouveau, sino con los planteamientos de artistas anteriores como Gustave Moureau, Arnold Bócklin y con determinados aspectos de la obra de Rosetti y William Morris.

Es decir, un Simbolismo plástico moderado en el que el rigor de la forma y el valor del dibujo se imponen en todos sus aspectos. Esta combinación de elementos clásicos con otros del presente no fue casual ni producto de un eclecticismo híbrido. Se produjo como expresión intencionada de un lenguaje ambivalente para trasmitir una idea de progreso establecida sobre los supuestos del presente y la autoridad conferida por la historia a la presencia evocadora de las formas clásicas.

La técnica pictórica consiste en una reproducción de los recursos pictóricos propios de los vidrieros medievales, incorporando colores de mufla característicos de la técnica renacentista. Sin duda estos vidrieros eran grandes conocedores de las técnicas en la pintura al fuego sobre vidrio. Las piezas se trataron con grisallas, dibujando figuras y elementos decorativos a base de trazos enérgicos y expresivos. Se completa el dibujo con repetidas tintas en forma de veladuras suaves de grisalla que forman un acentuado modelado. La pintura se completó con aplicaciones de amarillos de plata, sanguina en las carnaciones por la cara exterior y seguidamente se fijaron por medio de un horno o mufla.

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